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EL ARTE DE LA GUERRA

  • Foto del escritor: Administrador
    Administrador
  • 18 nov 2018
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 23 dic 2018

HISTORIA PARA REFLEXIONAR



Bajo un anaranjado sol naciente se encontraba un país dividido en muchos reinados y cada uno de estos reinos estaba gobernado por un daimyo, un poderoso señor feudal que controlaba todo el territorio desde su fortificado castillo. El producto más preciado e importante de la isla era el arroz. Se decía, que aquel que poseyera los campos de arroz controlaría la riqueza del país. Los señores feudales que se encontraban lejos del palacio del emperador no podían proteger sus propiedades, por lo que comenzaron a formar su propio ejército personal: los guerreros samuráis.

Los samuráis eran soldados profesionales que ya no solo servían a la corte imperial sino también a los daimyos. Los samuráis eran grandes luchadores, expertos en las artes marciales, arqueros y magníficos jinetes. Para un samurái no había posesión mas preciada que su espada, elaborada con técnicas ancestrales. El guerrero seguía un código de honor llamado bushido, «el Camino del Guerrero». Era un modo de vida y un código de conducta, seguían un ceremonial específico cada día de su vida, así como en la guerra.



Los samuráis eran auténticos pensadores. Ocupaban sus periodos de ocio en el perfeccionamiento del espíritu. Apreciaban el arte, la pintura, poesía y la caligrafía (Shodō). Se refugiaban en la creación de maravillosos jardines (Ikebana) y en la contemplación de la naturaleza. Bajo las disciplinas que regulaban la vida diaria del guerrero, también practicaban la Ceremonia del Té (chanoyu), también conocida como el “camino del té” (chado o sado) es una forma de expresar la purificación del alma mediante su unión con la naturaleza y su verdadera belleza reside en la sencillez y la simplicidad. Los samuráis consideraban que los esfuerzos del hombre eran más sublimes cuanto más reflejasen la simplicidad, la elegancia, la armonía con la naturaleza y la pureza del pensamiento.

Los daimyos se habían vuelto cada vez más poderosos e independientes. Los clanes se coaligaban con otras facciones para después abandonarlas por otras según soplaran los vientos de la fortuna. Comenzaron a rivalizar entre ellos a fin de ampliar sus dominios y aumentar el poder de sus clanes familiares. Convertían en vasallo al vencido, llegaban a realizar alianzas para contar con su apoyo para futuras conquistas. La conquista de otro territorio significaba que un daimyo podía aumentar su riqueza, poder militar y competir con el shôgunato. Se convirtieron en auténticos “Señores de la guerra”. Más de 700 años de guerras y batallas, donde nadie y todos gobernaban.

Los densos bosques, valles y llanuras fueron testigos de los más sangrientos enfrentamientos. Los guerreros solo podían regresar de dos formas, con la cabeza del enemigo o sin la suya. Tras el combate, las cabezas sanguinolentas de los guerreros vencidos se llevaban al castillo a fin de disponerlas para su presentación ante el vencedor. Por ello, antes de ir a la batalla, los corteses samuráis tenían la costumbre de quemar incienso dentro de sus cascos, así, en el caso de perder la cabeza, el olor que desprenderían sería agradable y creían que así su cabeza sería un trofeo aún más valioso si se la arrebataban.

Tras años de derramamientos de sangre e inestabilidad constante, se inicia una etapa de reunificación del país por unos poderosos señores de la guerra. Se proclama un nuevo gobierno bajo el régimen shougunal. Los shogunes gobernaron durante más de 250 años. Durante ese tiempo el país permaneció en paz, pero completamente aislado del resto del mundo. Se establecieron estrictas normas por decretos y centralizaron todo el poder. Se impuso una sociedad jerarquizada, se reguló la vida privada y pública de todas las clases sociales. El movimiento entre las clases estaba estrictamente prohibido y se les prohibió salir de su tierra bajo ninguna circunstancia. Cerraron fronteras con casi todos los países, expulsaron a todos los occidentales y eliminaron todas las influencias externas. Se desmilitarizó a la población. El shogun quería controlar todo aquello que pudiera poner en peligro su poder, por ello, aplicaron las doctrinas del confucianismo para fortalecer el poder y la obediencia de los súbditos al régimen.

A pesar de todas las restricciones, la actividad económica cambió gradualmente desde una producción agraria de subsistencia a una agricultura comercial y una industria de artesanía. Las clases de comerciantes y artesanos prosperaban. A medida que las clases bajas se enriquecían el poder financiero de los señores feudales se reducían de forma alarmante. Ante las presiones de las fuerzas imperiales y del descontento de los daimyos, el Shogun tuvo que ceder el poder al emperador Meiji, con lo que propició el fin de la era del Shogunato y el inicio de un nuevo sistema político, la modernización y occidentalización. Los supuestos 250 años de paz y la restauración Meiji originó la desaparición de la casta samurái. Algunos se dedicaron al comercio, caligrafía, poesía…otros funcionarios, consejeros, gobernadores… algunos se convirtieron en ronin, pero el legado del samurái pervive y está presente en nuestros días.




El Código de Bushido


Los siete principios.


Estos son los siete principios que rigen el código de Bushido, la guía moral de la mayoría de samuráis de Rokugan. Sed fieles a él y vuestro honor crecerá. Rompedlo, y vuestro nombre será denostado por las generaciones venideras.


1. GI (Honradez/Justicia)

Sé honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia.

Para un auténtico samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia.

Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.



2. YU (Valor heroico)

Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir.

Un samurái debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado, es peligroso, pero sin duda también es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte.

Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.



3. JIN (Compasión)

Mediante un entrenamiento intenso el samurái se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres, ya que desarrolla un poder tan grande que debe ser usado solo para el bien de todos.

El samurái debe tener compasión. El samurái debe ayudar a sus hermanos en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.

4. REI (Cortesía)

Ser un guerrero no justifica la crueldad. Los samuráis no tienen motivos para ser crueles, no necesitan demostrar su fuerza a nadie salvo a sí mismos. Un samurái debe ser cortés siempre, especialmente hacia sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto hacia sus oponentes, el samurái no es mejor que los animales.

Un samurái es temido por su fiereza en la batalla, pero es respetado por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurái se vuelve evidente en tiempos de apuros.



5. MEYO (Honor)

El auténtico samurái solo tiene un juez de su propio honor, él mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quién es en realidad.

Nadie puede ocultarse de sí mismo, y los samuráis no son una excepción.



6. MAKOTO (Sinceridad absoluta)

cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en este mundo lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará.

No ha de dar su palabra. No ha de prometer. El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer.

“Hablar” y “hacer” son, para un samurái, la misma acción.



7. CHUGO (Deber y Lealtad)

Para el samurái, haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan.

Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel.

Las palabras de un samurái son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que él vaya, por ello el samurái debe tener cuidado con el camino que sigue.


 
 
 

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